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Pero el destino siempre llama a nuestra puerta con lecciones inevitables. Hay momentos en la vida en que toca parar, observar, callar y escuchar. Morir a una parte de nosotros para renacer con más fuerza. Las crisis nos muestran la realidad y son necesarias para reordenar nuestro camino. Es ahí cuando despojamos capas de idealismo y descubrimos una parte de nosotros que anhela salir a la luz.

Mi curiosidad insaciable y mi deseo de no caer en los abismos de la psique me impulsaron a investigar. La necesidad de entender el sentido de todo me quitaba el sueño, y sabía que era un camino que solo yo podía recorrer. Las respuestas que buscaba no estaban en mi entorno. Tuve que bucear en mis propios recursos, y ahí, la Astrología me encontró (o quizás yo a ella mucho antes).

La verdad es que la Astrología siempre estuvo cerca, aunque al principio solo vi una información superficial. Pero sí me ofreció herramientas que sentí que debía usar. Mi retorno de Saturno, esa crisis que marca el final de la veintena, fue mi salvación y mi gran epifanía. Ese tránsito removió los cimientos, mostrándome todo lo que mi linaje familiar necesitaba sanar y liberar. Mi confianza en la vida y la certeza de que nada es casualidad me ayudaron a no rendirme.

La conexión intuitiva que heredé de mi madre con lo invisible me impulsó a profundizar, a buscar la lógica que necesitaba para explicar lo que sentía a través de los astros. Una lógica abstracta, llena de simbolismos, que me atrapó y me dio las respuestas que anhelaba. De forma natural, sin prisas y con la única intención de comprenderme, todo encajó, mostrándome la vida con colores nuevos y sin lugar a dudas.

La Astrología es el idioma que utilizo para explicar lo que siempre he sabido y nunca me atreví a defender.

«Movidas con Saturno» es mi manera de honrar ese período crucial donde comenzó una gran etapa de sentido, sanación y perdón hacia mí misma y mi pasado ancestral.